A principios de abril fuimos a la costa norte de Brasil, entre Fortaleza y Belem, allí donde se acumulan granos de arena y gotas de lluvia para formar un espléndido paisaje de dunas y lagunas.
JERICOACOARA
Laguna Coraçao |
En Jericoacoara, pueblo costero y turístico del estado de Ceará, todas las calles son de arena. Éstas se acaban en la playa donde encontramos esta gran duna llamada Duna do Por do Sol.
Al atardecer la gente sube la montaña de arena para contemplar el colorido espectáculo del ocaso, despidiendo al sol en el horizonte entre el mar y el cielo.
“Jeri” es una meca mundial para los practicantes del KiteSurf, esa actividad en la que uno se desliza sobre una tabla de surf propulsada por el viento con una cometa.
Yo un día aproveché para kayakear en la Laguna Paraíso, aunque el forúnculo de la nalga me hizo arrepentirme.
Pues nada, habrá que relajarse con cervecita, con los pies en el agua y con media nalga fuera de la silla.
Pedra Forada debajo del faro de Jeri, y a la vuelta miles y miles de libélulas. |
Adiós Jericoacoara, nos vamos costeando hacia el oeste entre dunas y lagunas. |
LENÇOIS MARANHENSES
El Parque Nacional dos Lençóis Maranhenses está situado en el estado de Maranhâo, y es otro rincón mágico de nuestro maravilloso planeta, para algunos el edén brasileño. Los Lençóis Maranhenses, o Sábanas de Maranhâo, son un desierto brasileño de arenas blancas que posee la peculiaridad de ser el desierto donde más llueve del planeta. Entre los meses de Junio y Septiembre, las intensas precipitaciones convierten las 155.000 hectáreas de desierto en un lugar literalmente mágico. Miles de lagunas de agua dulce se forman en las hondonadas de las dunas para el disfrute de los pocos turistas que hasta allí llegan.
Durante la época seca, la mayoría de las pozas desaparecen y el paisaje vuelve a ser el típico desierto. Pero cuando vuelven las lluvias y se vuelven a llenar, el milagro de la vida retorna, y sin saber muy bien cómo, peces, crustáceos y tortugas aparecen como por arte de magia.
La mejor época para ir a conocer los Lençóis va de junio a septiembre, cuando termina la estación de lluvias y las lagunas están llenas de agua. De septiembre hasta el fin de año llueve poco y por esa razón las lagunas se van secando hasta quedarse muchas de ellas sin agua. En enero comienza la lluvia, muy intensa durante los meses que van de febrero a mayo, que es cuando se van llenando las lagunas. Nosotros estuvimos en abril y pudimos gozar de los baños.
Ahí van unas fotos de lo que para unos se parece al cielo.
Algunas lagunas son de color azul turquesa y otras verde esmeralda. |
Conseguimos un sobrevuelo en avioneta por la región gracias a la periodista de revistas de viaje Arantxa Marco. La vista aérea del desierto llena de lagunas de agua dulce fue corta, pero espectacular.
Vassouras, nuevas casas de pescadores. |
Desde la ciudad de Barreirinhas salimos río abajo en una embarcación a motor por el límite este del desierto. Nos paramos en Vassouras, un pueblito pesquero al cual la arena de los Pequeños Lençois se tragó. Eso sí, los árboles colindantes estaban habitados por monos, garzas, loros, etc.
Siguiendo río abajo, en la barra de arena entre el río y el mar se encuentra el pueblito de Caburé, donde hay varias pousadas que ofrecen alojamiento bastante básico. Aquí estuvimos tres días, el primero de retirados, el segundo de exploradores, y para el tercero ya habíamos visto suficiente.
A la zona no llega el tendido eléctrico, y la vida es muy básica, siendo el sustento la pesca. La gente vive entre arena, respira arena al viento y come con arena como especia. El humano se adapta al entorno.
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